"WEBNOVELAS"

Lucero & Mijares

"La Secretaria Del Millonario" (Adaptada)

Sinopsis

 

encontre una webnovela que me pareció muy bonita. La adaptaré para que sea con Lu y Mijares Smile Ay les dejo la sinopsis primero, y luego me dicen si quieren que la siga adaptando o no. ojalá les guste!!!



Manuel Mijares era un hombre que se había hecho millonario gracias a su propio esfuerzo y que tenía una relación puramente profesional con Lucero Hogaza, su eficiente secretaria. Hasta que una noche olvidaron el trabajo al calor de la pasión...
No obstante, después de aquello, Lucero seguía oponiendo una fuerte resistencia ante cualquier tipo de compromiso sentimental; así que Manuel decidió que, si quería que ella siguiera a su lado... y en su cama, tendría que recurrir a la responsabilidad que Lucero sentía por su trabajo. Si la única manera que tenía de no perderla era mediante un trato de negocios, eso sería lo que haría... Pero de un modo o otro iba a conseguir que se convirtiera en su esposa
 

 

Capitulo 1

Lucero levantó la vista del teclado y miró el calendario. ¡Solo faltaban tres semanas para la boda de su hermana! Cada vez que pensaba que tenía que ir sola, le entraba un pánico terrible; lo que, por otra parte, la hacía enfadarse consigo misma. No era para tanto.
«Hoy en día muchas mujeres van solas a cualquier evento social», se dijo con firmeza. Así que no iba a agobiarse por ello.
Volvió a fijarse en la última de las cartas que tenía sobre la mesa y después miró la hora. Eran las cuatro y media, casi la hora de irse a casa. Por lo general, un viernes a esa hora de la tarde solía estar contenta, ya que empezaba el fin de semana y con él quedaban a un lado la rutina y el trabajo. Pero eso era cuando salía con Francisco.
Sin embargo, su relación había terminado. Francisco era cosa del pasado. A sus veintinueve años, se encontraba de nuevo sola. Había desperdiciado dos años enteros con un hombre que, de la noche a la mañana, había dejado de ser su Príncipe Azul para convertirse en Quasimodo. ¿Cómo había sido tan estúpida?, se preguntó una vez más.
La impresora empezó a sacar las cartas y ella las repasó mientras trataba de dejar de pensar en Francisco Xavier. Pero no era tan fácil, en especial cuando su situación económica era un completo desastre por culpa de él.
La puerta que conectaba con el despacho de al lado se abrió y se oyó la voz de Manuel Mijares.
—Lucero, ¿has llamado a Manchester para decirles que iré mañana?
—Sí, Manuel, he llamado.
—¿Y qué ha pasado con el señor Steel... arreglaste el problema con el restaurante Waterside?
—Sí, está todo solucionado.
Lucero se levantó y se alisó el elegante conjunto oscuro que llevaba puesto, preparándose mentalmente para hablar con Manuel Mijares. Necesitaba pedirle un aumento de sueldo y había estado esperando toda aquella semana el momento adecuado. Pero, por desgracia, aquellos días era imposible hablar con su jefe.
Llevaba varios meses de negociaciones para quedarse con una cadena de restaurantes y la tensión hacía que estuviera bastante nervioso y refunfuñón. Algo extraño en él. Pero ya no podía esperar más, se dijo con firmeza. No sabía si era el momento adecuado, pero iba a pedírselo esa misma tarde, antes de marcharse.
Tomó su agenda de la mesa, recogió las cartas que él tenía que firmarle y, con paso decidido, entró en el reino de Mijares.
Al entrar se quedó muy sorprendida, ya que su jefe, en vez de estar trabajando tras el escritorio, se había situado delante de la ventana, contemplando el perfil que formaban los edificios de Londres.
—El pronóstico del tiempo dice que va a nevar —comentó ella—. Quizá sería mejor que retrasara su viaje al norte.
—Sí, gracias, Lucero, pero no creo que un poco de nieve vaya afectar a mi vuelo.
—Es que han dicho que se prevén ventiscas.
—¿Sí? La verdad es que, como casi nunca aciertan, no me preocupan las previsiones del tiempo.
—Como quieras —Lucero dejó las cartas sobre el escritorio—. Tienes que firmarme estas... Oh, John Hunt me dijo que lo llamaras antes de las seis.
Manuel no apartó la vista de la ventana. 
Ella se dio cuenta de que se había quitado la chaqueta. La había dejado sobre su silla.
Los ojos de Lucero se clavaron sobre sus hombros anchos y bien formados. Para pasar tanto tiempo sentado, era un hombre con un cuerpo impresionante. Bastante fuerte y muy viril.
La primera vez que lo había visto, cuando había ido allí dos años antes a hacer la entrevista, se había quedado bastante impresionada con él. Su pelo negro y aquellos ojos oscuros, que parecían llegarle hasta el corazón, también la inquietaron bastante. Además, tenía la seguridad de una persona satisfecha consigo misma y consciente de su poderosa sensualidad. Por otro lado, era muy trabajador. Lo que había hecho que la relación laboral que mantenían fuera bastante buena.
A Lucero le encantaba el modo directo con el que se enfrentaba a cualquier asunto. Disfrutaba del riesgo que suponía trabajar para él, quizá porque ella era también bastante perfeccionista. Después de la primera semana de estar allí, comenzó a relajarse ante él. Además, estaba en ese momento con Francisco. De todos modos, tampoco había tenido tiempo para ese tipo de cosas. Desde el primer día, había tenido que concentrarse en su trabajo. Pero, en cualquier caso, ella pensaba que formaban un equipo estupendo…